Difícil es encontrar los rumbos cuando la vida te llena de opciones que te maravillan con la entramada madeja que teje sobre los sentidos del corazón del hombre, máxime cuando naciste rodeado de expresiones y sonidos que se convertían en música y palabras, palabras que luego convertidas en poesía mostraban el alma del hombre como en un espejo, y sonidos que convertidos en música nos acunaba, nos invitaba a soñar y a imaginar en ese caleidoscopio que crea nuestra conciencia, formando los sentimientos del hombre. Trate de interpretar el sentir de la tierra a través de su gente y sus paisajes, y me maravillo la simpleza de los acordes que nos permitían acompañar los más profundos decires de nuestro pueblo. Pero los hombres buscan la compañía del hombre y forman ciudades, y en esa ciudades se nutren con los sonidos por otros generados, y comienzan a soñar con lo nuevo, con un sentir mas hondo, algo distinto y lo adaptan, y lo cuentan. Relatos de nostalgias, penas y los amores pasados que perturban su alma... Esto hecho música se trasmite con el corazón y por sobre todo con la experiencia. La profundidad de este arte de poner a flor de piel las emociones humanas
me lleva a tratar de entender porque la adopto no solo mi pueblo sino todo el mundo. Tango que aun me matas, que ardiente me quemas. Que alientas la llama de mi desamor… Pero cuando cantas, secas y consuelas, las lagrimas frías que pario el dolor.